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¿Se te ha roto la lavadora o el ordenador? Tienes derecho a repararlo

El Parlamento europeo aprobó en abril una directiva para reforzar el derecho a reparar que tienen las personas consumidoras. El objetivo es reducir los residuos facilitando el arreglo de los productos a un precio más asequible.

ordenador

Esta norma no tiene efecto inmediato, los estados tienen 24 meses para incorporar la legislación nacional. Cuando entre en vigor va a garantizar que los fabricantes presten servicios de reparación oportunos y rentables e informen a los consumidores sobre su derecho a la reparación.

Información clara

Para facilitar las reparaciones, las empresas fabricantes deben ofrecer información clara y accesible sobre cómo reparar sus productos. Muchas veces las averías son pequeñas y sencillas de realizar, pero sin conocimiento ninguno, nos obligaba a buscar tutorías por Internet o a llamar a servicios técnicos que nos podían cobrar bastante por algo que podíamos haberlo hecho en casa. Con los manuales de reparación y la información que tendremos disponible, podremos intentar al menos arreglar lo que se nos ha estropeado. Y con esto se fomenta además la auto-reparación y el conocimiento. ¿Que no lo conseguimos? Pues para eso está el servicio técnico, (que, por cierto, también deberán facilitarnos información sobre talleres de reparación locales, etc.).

Además, las empresas fabricantes deben disponer de piezas de repuesto durante al menos 10 años para productos electrónicos, y 7 años para electrodomésticos, garantizando que no tengamos que tirar un aparato solo porque no podemos reemplazar una pieza pequeña.

Protección del medio ambiente

Esta normativa busca reducir un impacto ambiental. Tradicionalmente, nuestro modelo económico ha seguido una estructura lineal: extraer, producir y tirar. Y esta forma es muy agresiva con el medio ambiente porque agota las fuentes de suministro, tanto materiales como energéticas, y causa una gran montaña de residuos electrónicos. Permitiendo y fomentando las reparaciones, estamos formando parte de la economía circular: se alarga la vida útil de los productos, reduciendo residuos y la cantidad de recursos naturales que se necesitan para fabricar nuevos productos. Un mundo en el que los productos sean reparables, actualizables y tengan materiales que puedan tener varias vidas (generando así menos residuos) es posible. Además, si los desechos que se forman son de un material reutilizable, pueden volver a fabricarse sin empezar el proceso de cero. Así, las empresas seguirán produciendo, pero no necesitarán gastar dinero en extraer recursos de la naturaleza. Con este proceso, se reducen las emisiones de CO2 a la atmósfera y se frenan los efectos del cambio climático.